Decidida a mostrar las diversas actividades de los grupos indígenas mexicanos, dedicó gran parte de su vida a su mayor inspiración: la escultura indígena.
Desde niña se interesó mucho por el indígena y su maravilloso mundo surrealista, a los nueve años de edad hizo sus primeros bocetos.
Se dedicó a modelar pequeñas esculturas en cera, las cuales se vendían en los principales almacenes de la capital, hasta que decidió entregarse a lo que para ella constituía su principal razón de vida: la escultura del mundo indígena.
Fascinada por las danzas aborígenes de los indios, encauzó su trabajo, ya con la idea de fundar un museo que mostrara al mundo el aspecto del modesto indio que se transformaba envuelto en brillantes telas, plumas multicolores y se embellecía con jades y lindos atuendos, para entregarse a su danza.
Sus obras también llegaron al extranjero: en Washington el éxito fue enorme con la exposición instalada en la Unión Panamericana; en París, el Museo del Hombre albergó temporalmente algunas de sus obras durante su gira por Europa.
En este diorama la artista reprodujo tipos físicos mayas, objetos relacionados con la ceremonia y la vegetación propia del lugar a escala.
Esta obra fue alterada en 2005, cuando el gobierno estatal ordenó remodelar el conjunto escultórico y se le adicionó una séptima estatua, para responder al criterio político de las ocho regiones económico administrativas, que la administración pública confundió con las siete regiones tradicionales.
Los paragüeros usan látigos que mueven para recordar la petición de lluvias, y los instrumentos que acompañan esta danza son: violín, contrabajo, clarinete y guitarra.
Es una danza vistosa, tanto por el atuendo adornado con hermosos bordados, cintas, espejuelos y lentejuelas, como por el penacho.
Llevan una sonaja de latón en la mano derecha, y un cetro en la izquierda.
Un personaje interpreta al viejo de la danza, cuya función es hacer reír.
El significado de la danza es religioso y su intención es propiciar buenas cosechas.
La danza de Los Viejitos es interpretada por los tarascos o purépechas para festejar al santo patrono, a la Santa Cruz, la Navidad y en honor a la Virgen de la Salud.
Por lo general esta danza es interpretada por jóvenes ya que el ritmo es rápido y fuerte, aunque la conducta es de personas ancianas.
Con gran relevancia en Semana Santa, son tres las danzas que se llevan a cabo en esta fiesta: El Venado, Pascola y Matachines.
El baile imita la lucha del venado contra los coyotes, encarnados por tres hombres.
• En 1936 recibió el primer premio del diario El Universal con los famosos muñecos: Mamerto, Ninfa, Chon Prieto, Kismoloncita, Adelaido el Conquistador, Chito Matías, el señor Pestaña, Segundo I y Refugio.