Nació en una familia prominente y se casó con Enrique I de Borbón-Conde, convirtiéndose así en princesa de Condé.
Carlota Catalina tuvo varios hijos, entre ellos, Enrique II de Borbón-Condé, quien sucedió a su padre como Príncipe de Condé.
Además, Carlota Catalina fue conocida por su piedad y devoción religiosa.
Este matrimonio no solo fortaleció las alianzas entre las casas nobles, sino que también jugó un papel clave en los asuntos políticos y sociales de la época.
Su vida y contribuciones son recordadas en la historia de la nobleza francesa.