En 1936 introdujo aquí el correo imperial un centro directivo de teléfonos.
Además fueron forzados a excavar extensos túneles y complejos de defensa subterráneos.
Apenas puede calcularse el número de prisioneros que durante esta marcha cayeron y murieron o, mejor dicho, fueron ejecutados por los vigilantes SS.
El General Eisenhower se empeñó en hacer que tanto sus tropas como la población civil contemplaran con sus propios ojos durante los días siguientes este centro de crímenes nazis.
Los soldados estadounidenses obligaron a la población local alemana a entrar al campo, para que después enterraran los cadáveres de los internados y finalmente limpiaran todas las instalaciones.