Los cajistas, como transcriptores de sermones, podían trabajar en festivo, algo no reservado a los impresores.
Los cajistas fueron siempre considerados personas cultas, pues requerían una buena formación gramatical y técnica.
Los primeros cajistas se dedicaban básicamente a componer líneas de texto para periódicos y libros.
Posteriormente se especializaron en la remendería, que consistía en llevar a cabo trabajos de composición compleja (es decir, trabajos comerciales y de fantasía).
Finalmente, su función principal fue la de ajustador o compaginador.