Su avance fue lento y complicado, sólo 200 metros al día, debido a las dimensiones de los cañones y a la fuerte pendiente de la zona.
Su increíble alcance garantizaba la casi total protección de las rías y la costa de Ferrol y La Coruña.
[3] Para calcular sus disparos, las instalaciones estaban dotadas de estaciones telemétricas, una mesa calculadora que obtenía los datos de tiro (antecesora de los ordenadores actuales) y una mesa trazadora en la que se representan las trayectorias del disparo y del objetivo.
[2] Es durante la Segunda Guerra Mundial cuando estas instalaciones desempeñan el papel más importante.
La recuperación, por parte del Ayuntamiento de La Coruña, de los terrenos e instalaciones en los que se ubica no sólo permite acceder a las mejores vistas de la ciudad y a un gran parque, sino que ello también significa retomar para los ciudadanos una parte importante de su historia.