El término botocudos es la denominación dada por los portugueses a los indígenas pertenecientes a grupos de diversas filiaciones lingüísticas y regiones geográficas, debido al uso de discos ("botoques") labiales y auriculares.En el siglo XIX, ya habían quedado confinados entre los ríos Dulce y Pardo (15º a 20º de latitud sur).Por lo general andaban desnudos, y algunos hombres usaban fundas para el pene realizadas con hojas trenzadas de Issara.Los registros de las expediciones anteriores al siglo XIX muestran que estas no atravesaban los bosques donde vivían botocudos: ni Espinosa, ni Tourinho, Adorno, Martim Carvalho, el coronel Bento Lourenço Vaz de Abreu Lima y Francisco Teixeira Guedes.Las propuestas de paz posteriormente hechas se traducirán en tolerancia para entrar en su territorio.Los que trataron a los indios de manera amistosa lograron tal propósito, como Teófilo Ottoni, João Felipe Calmon, los frailes Serafim Gorízio y Angelo Sassoferrato, que aprovecharon las enseñanzas humanitarias del comandante francés Guido Marlière, que trabajó con los nativos de la región do vale del acero, en los actuales municipios de Ipatinga, Timóteo, Coronel Fabriciano, Marlíeria y Jaguaraçu (Estado de Minas Gerais) a inicios del siglo XIX.Los grupos del río Doce, pacificados en 1911, fueron reunidos en reservas situadas en Espírito Santo y Minas Gerais.