Históricamente, se sucedieron dos enfoques en la selección de criterios que permitían el acceso al crédito.
Primero se utilizaron criterios de selección negativa, definiendo qué tipo de actividades no se financiarían: armamento, prostitución, pornografía, tabaco, alcohol, actividades extractivas no sostenibles, maderas tropicales...
Es decir, que los proyectos financiados con el crédito de la banca ética deberán generar directamente bienes o servicios.
En dichas entidades hay gran accesibilidad a la información de los proyectos beneficiarios del crédito concedido.
Ejemplos de estas entidades son FIARE Banca Ética, Coop57, Triodos Bank[3][4] o Colonya Caixa Pollença.
Suelen tener mejor acogida en las asociaciones del Tercer sector que entre particulares y empresas.