Ars dictandi

Esta actividad estaba generalmente encomendada al dictator, persona culta que escribía cartas por encargo oficial, generalmente redactadas en cancillerías papales y laicos.

Posteriormente, se elaboraron también consejos teóricos relativos al ornamento retórico y la composición armoniosa de las secciones, dado que la epístola era considerada una oratoria y por tanto obligada a respetar sus reglas, consistente en secciones secuenciales a insertar, comenzando por la salutatio, continuando con el exordium y la narratio y finalizando con la conclusio.

[1]​ Lorenzo de Aquileia (Practica sive usus dictaminis, c. 1300) es un ejemplo muy posterior del género.

Con el paso del tiempo, en torno al siglo XI, el ars dictandi se convirtió en el modelo de cualquier dictado, incluida también la literatura de invención, tanto escrita en latín como en lenguaje vulgar.

[4]​ Las convenciones de las cartas incluyen alguna forma de dirección (por ejemplo, 'Venerable maestro'); saludo ('Te saludo bien'); notificación (“Que le plazca saber”); exposición (“la lana fue embarcada”); disposición (“y quiero mi dinero”); y despedida ('Que Dios te guarde bien, al menos hasta que pague mi factura').