Molón de Rodas

[1]​ Marchó a Rodas, donde se estableció y ganó fama de buen orador.Por ello, fue elegido para viajar a Roma, en los años 87 y 81 a. C., al frente de dos embajadas que los rodios enviaron ante su Senado.Gracias al prestigio que alcanzó con sendas embajadas, tanto entre los romanos como en Rodas, pudo abrir una escuela propia en la segunda ciudad y convertirse en el maestro de personajes tan ilustres de su época como Cicerón,[3]​ Julio César,[4]​ o Servio Sulpicio Rufo, entre otros, a quienes enseñó dialéctica y retórica.Cicerón así lo hizo, y con tanta elocuencia, que maravilló a cuantos allí estaban, los cuales se deshicieron en elogios hacia él, todos, menos Apolonio, que permaneció inmóvil y no dijo nada.Entonces Cicerón, algo molesto con su extraña actitud, le exhortó a que le dijese algo, respondiéndole Apolonio «a ti, oh Cicerón, te admiro y te alabo, pero duélome de la suerte de Grecia, al ver que los únicos bienes y ornamentos que nos habían quedado, la ilustración y la elocuencia, son también por ti ahora trasladados a Roma».