[12] El espacio concedido para fundar el convento correspondió a los predios pertenecientes al que en ese entonces era el templo de San Sebastián Mártir (1595), de quien, según indicaciones, se conservaría “la memoria, advocación e devoción…”;[13] seguidamente se construyeron los demás edificios y habitaciones anexas a éste.
[18] Los documentos de la época, así como investigaciones contemporáneas, han sugerido cómo pudo ser el interior del convento y la dedicación al culto en el momento de su fundación.
Según la documentación original, el Cabildo catedralicio de Ciudad Real, benefactor del convento, registró los retablos, ornamentos y santos del templo: “asimismo ayudamos al dicho convento e monasterio con la imagen de Nuestra Señora que se ha de poner en el Altar Mayor y los retratos e imágenes de San Agustín, San Gregorio, San Ambrosio, San Jerónimo, el retrato del papa Pío V y un Agnus Dei, todo para el culto y ornato del dicho altar mayor de dicho convento”.
Esta capilla se erigió para albergar la cofradía de “Nuestra Señora del Carmen” en 1764.
[21] Con la exclaustración acontecida en la segunda mitad del siglo XIX, muchos de los retablos, pinturas y ornamentos del templo serían expropiados, enajenados o, quizás, trasladados a otros monasterios; muchos otros, con seguridad, fueron destruidos.
La fundación del convento, como se dijo, contó con el apoyo real, es decir, con una donación anual de quinientos pesos; pero además el convento obtenía ingresos por medios diversos, entre los que se podían contar las limosnas y las donaciones, el cobro de réditos sobre propiedades (que ocasionalmente no eran pagadas a tiempo, ocasionando muchos problemas legales), las capellanías erigidas por las mismas religiosas al ingresar al convento, etc.
Las dotes fueron una entrada común de ingresos para el sostenimiento del convento, pues, según parece, la cantidad exigida para entrar variaba de quinientos hasta dos mil quinientos pesos, aunque ocasionalmente se llegaron a aceptar mujeres sin ella, o se les buscaba una persona acaudala que las apoyase.
También ayudaron los cobros hechos por la educación proporcionada a las niñas, así como la recepción de multas cobradas a reos; el apoyo otorgado por los obispos y otras autoridades, así como las herencias recibidas y la ayuda de la cofradía de Nuestra Señora del Carmen, propia del templo, solventaron los gastos y sustento para las novicias.