En sus últimos años, intervino en el diseño de una central hidroeléctrica mareomotriz en la bahía del Monte Saint Michel, en Normandía.
Su padre, un entusiasta del progreso, había instalado en su casa electricidad y teléfono ya en 1890.
Con estas obras logró proteger a la ciudad de la inundación centenaria del río Sena en 1910.
Ya en 1901, mostrando su carácter visionario, realizó su servicio militar en una unidad de dirigibles del ejército francés.
Durante tres años, Francia fabricó "dirigibles Caquot" para todas las fuerzas aliadas, incluidos los ejércitos inglés y estadounidense.
En 1928 se convirtió en el primer director ejecutivo del nuevo Ministerio de Aviación.
Sus principales logros fueron: En 1933, tras un recorte presupuestario que le impidió llevar adelante sus proyectos, dimitió y volvió a la ingeniería estructural durante varios años.
En 1938, bajo la amenaza de la guerra, se reintegró a Albert Caquot para que dirigiera todos los asuntos aeronáuticos nacionales.