El anglocentrismo se refiere a la práctica de ver el mundo principalmente a través de la lente de la cultura, el idioma y los valores ingleses o angloamericanos, marginando o desestimando a menudo las perspectivas de quienes no hablan inglés o no son anglosajones. Este término se utiliza para describir un sesgo que eleva a los países de habla inglesa y sus puntos de vista por sobre los demás, en particular en el discurso global, la educación, los medios de comunicación y la política.
Históricamente, el anglocentrismo surgió junto con el imperialismo británico, en el que las normas y valores británicos se exportaron a todo el mundo a través de la colonización. En contextos modernos, a menudo se manifiesta en el predominio del idioma inglés en la comunicación internacional, el mundo académico y los negocios, y los países de habla inglesa (especialmente Estados Unidos y el Reino Unido) establecen estándares en muchos campos. [1]
Los críticos del anglocentrismo sostienen que éste fomenta la homogeneización cultural y borra la diversidad de voces globales. En los entornos educativos, por ejemplo, los currículos anglocéntricos pueden pasar por alto sistemas de conocimiento o contribuciones culturales no occidentales. [2] Además, en los medios de comunicación y la política, la prominencia de las narrativas en inglés puede limitar la representación de culturas y experiencias no anglosajonas. [3]
A medida que crece la interconexión global, la conciencia del anglocentrismo y sus efectos ha llevado a esfuerzos para promover el pluralismo lingüístico y cultural en las instituciones y el discurso internacionales.A medida que crece la interconexión global, la conciencia del anglocentrismo y sus efectos ha llevado a esfuerzos para promover el pluralismo lingüístico y cultural en las instituciones y el discurso internacionales.