El guaraní clásico , también conocido como guaraní misionero o guaraní antiguo ( abá ñeȇ́ lit. 'la lengua del pueblo') es una variante extinta del idioma guaraní . Se hablaba en la región de las treinta misiones jesuíticas entre los guaraníes (actuales territorios de Paraguay , Argentina y Brasil ). Los jesuitas estudiaron la lengua durante alrededor de 160 años, asignándole un sistema de escritura y consolidando varios dialectos en una lengua unificada. [1] El guaraní clásico se extinguió gradualmente después de su supresión en 1767.
A pesar de su extinción, su producción bibliográfica y la de documentos escritos fue rica y aún se conserva en gran parte. [2] Por lo tanto, se considera una rama literaria importante en la historia del guaraní.
El guaraní criollo tiene sus raíces en el guaraní clásico que se hablaba fuera de las misiones jesuíticas, una vez suprimida la Compañía de Jesús. Los estudiosos modernos han demostrado que el guaraní siempre ha sido la lengua principal de las misiones guaraníes jesuíticas y, más tarde, de toda la Gobernación del Paraguay que pertenecía al Virreinato del Río de la Plata .
Tras la expulsión de los jesuitas, los habitantes de las reducciones emigraron paulatinamente hacia territorios del actual Paraguay, Corrientes, Uruguay, Entre Ríos y los del norte del Río Salado. Estos movimientos migratorios provocaron un cambio unilateral en la lengua, alejándola del dialecto original que habían estudiado los jesuitas. [3] [4]
El guaraní clásico se mantuvo alejado de los hispanismos, privilegiando el uso del carácter aglutinante de la lengua para acuñar nuevos términos. Este proceso condujo muchas veces a que los jesuitas utilizaran términos más complejos y sintéticos para transmitir conceptos occidentales. El guaraní criollo, por su parte, se ha caracterizado por un influjo libre, desregulado respecto de los hispanismos que muchas veces fueron incorporados con una mínima adaptación fonológica. Así, la palabra para comunión en guaraní clásico sería Tȗpȃ́rára mientras que en guaraní criollo sería komuño (del español comunión ). [5]
A causa de la emigración desde las reducciones, el clásico y el criollo llegaron a tener un contacto más amplio. La mayoría de los hablantes abandonaron la variante clásica, más complicada y con más reglas, en favor del criollo, más práctico.
Los fonemas consonánticos del guaraní clásico son los siguientes:
Guaraní clásico utilizando letras del alfabeto latino asignadas a cada fonema por los misioneros jesuitas.
Algunas de las reglas ortográficas son las siguientes: [6]
Los primeros estudiosos no lograron representar la oclusión glótica. Esto se debe a la idea predominante entre los estudiosos de la época (que perduró hasta los años sesenta) de que la oclusión glótica en guaraní era un fenómeno suprasegmental (hiato, acento, sílaba, etc.). [7]
El guaraní clásico sólo tenía cuatro números. Los números mayores se introdujeron posteriormente en el resto de las lenguas guaraníes.
A veces usaban yrundĭ hae nirȗî o ace pópeteȋ́ 'una mano humana' para cinco, ace pómȏcȏî 'dos manos humanas' para diez y mbó mbĭ abé 'manos y también pies' o ace pó ace pĭ abé 'manos humanas y también pies humanos' para veinte. [8]
Muchos sustantivos y verbos en su forma más básica ("raíz") terminaban en consonante. Sin embargo, la lengua no permitía que los lexemas terminaran en consonante. Por lo tanto, esta forma nunca se utilizó sola en el habla, sino que solo existía hipotéticamente. Sin embargo, se usaba acompañada de sufijos. En los diccionarios y otros libros con el propósito de estudiar la lengua, esta forma se escribía con la última consonante entre dos puntos (por ejemplo, tú.b. es la raíz, túba es el nominativo).
La lengua no tenía género ni número. Para enfatizar algo se utilizaban palabras como hetá (muchos) o se especificaba el número cardinal.
Acto de Contrición del Catecismo de la lengua guaraní , primer catecismo en guaraní, de fray Antonio Ruiz de Montoya .
Hae oȃngaipapaguê mboaçĭpa nateí. Cheyara Ieſu Chriſto Tȗpȃ́ eté Aba eté abé eicóbo, amboaçĭ chepĭ á guibé, ndebe cheangaipá haguêra nde Tȗpȃ́ etérȃmȏ nderecó rehé, che nde raĭhú rehé mbaepȃbȇ́ açoçé abé. Tapoí coĭterȏ́ che angaipábaguî, tañêmombeû Paí vpé, nde ñỹrȏ́ angá chébe, nde remȋ́mborará rehé, ndereȏ́ rehé abé. Amén Jesús.