Un eslogan (también conocido como catch phrase ) es una frase o expresión que se reconoce por su repetición. Estas frases suelen tener su origen en la cultura popular y en las artes, y suelen difundirse de boca en boca y a través de diversos medios de comunicación (como el cine, Internet, la literatura y las publicaciones, la televisión y la radio). Algunas se convierten en la "marca registrada" o "firma" literal o de facto de la persona o el personaje con el que se originaron, y pueden ser fundamentales para encasillar a un actor en particular. Los eslóganes suelen ser graciosos, pero nunca son lo suficientemente largos o estructurados como para ser chistes en sí mismos. Sin embargo, un eslogan puede ser (o convertirse en) el remate de un chiste o un recordatorio de un chiste anterior.
Según Richard Harris, profesor de psicología de la Universidad Estatal de Kansas que estudió por qué a la gente le gusta citar películas en situaciones sociales, utilizar citas de películas en conversaciones cotidianas es similar a contar un chiste y una forma de mostrar solidaridad con los demás. "La gente lo hace para sentirse bien consigo misma, para hacer reír a los demás, para hacerse reír a sí misma", dijo. Descubrió que todos los participantes en su estudio habían utilizado citas de películas en una conversación en un momento u otro. "Citaron de forma abrumadora las comedias, seguidas de lejos por los dramas y las películas de acción y aventuras". Las películas de terror, los musicales y las películas infantiles casi nunca fueron citadas. [1]
La existencia de eslóganes es anterior a los medios de comunicación modernos. En Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds, publicado por Charles Mackay en 1841, se encuentra una descripción del fenómeno :
Y, en primer lugar, por dondequiera que vayamos, no podemos evitar oír por todas partes una frase repetida con deleite y recibida con risas por hombres de manos duras y caras sucias, por descarados carniceros y recaderos, por mujeres desvergonzadas, por cocheros de alquiler, conductores de cabriolés y holgazanes que merodean por las esquinas de las calles. Nadie pronuncia esta frase sin provocar la risa de todos los que están a su alcance. Parece aplicable a todas las circunstancias y es la respuesta universal a todas las preguntas; en resumen, es la frase de jerga favorita del día, una frase que, mientras dura su breve temporada de popularidad, arroja una pizca de diversión y jovialidad sobre la existencia de la pobreza miserable y el trabajo mal pagado, y les da motivos para reírse, al igual que a sus compañeros más afortunados en un nivel superior de la sociedad. [2]