Ensayos (Montaigne)

Dos años antes había vendido su puesto como Consejero del Parlamento de Burdeos para retirarse a su castillo en el Périgord.Este desorden se debe también al propio modo de escribir los Ensayos: Montaigne pensaba en voz alta y un secretario (existieron tres sucesivos) tomaba nota del dictado.Lejos de constituir un adorno gratuito o una autoridad paralizada, este omnipresente intertexto ilustra o apela a la reflexión: "No digo a los demás salvo para afirmar tanto más lo que digo yo".Su apertura ante los demás y su espíritu tolerante sitúan a Montaigne, este "hombre honesto" muy cerca de la cultura actual.Su relativismo justifica la relación carente de dogmatismo que Montaigne establece con su lector: él mismo cuestiona sus propias palabras, subrayando lo contingente de sus "estados de ánimo y opiniones", sometidas a "sacudidas" y a los sucesos del mundo ("no pinto el ser, pinto el paso"), Montaigne nos deja una obra abierta, cuya falta de final parece una invitación a proseguir la investigación y el diálogo.