Ha tomado su nombre de calcare (‘pisar’), por ser el hueso que forma el talón.Constituye el primer punto de apoyo del pie durante la marcha, situándose en una de las zonas peor irrigadas del cuerpo y protegido por la almohadilla plantar de tejido adiposo o grasa plantar formada por columnas de tejido adiposo separadas por tabiques de tejido fibroso, la recubre plantarmente la aponeurosis plantar o fascia, esta grasa plantar tiene función amortiguadora, la cual está implicada en diversas enfermedades, como la fascitis o el espolón calcáneo.La posición del calcáneo en relación con el astrágalo (articulación subastragalina) y al suelo determinan la posición de retropié (parte posterior del pie formada por el astrágalo y el calcáneo) en varo, en valgo o neutra.Los retropiés varos y sobre todo, los retropiés valgos, son responsables de distintas enfermedades del aparato locomotor y contribuyen a que aparezcan alteraciones de la marcha normal fisiológica, con consecuencias clínicas importantes (dolor, sobrecargas, aplanamiento, fatiga muscular, juanetes, etc.) tanto a nivel de pie como a nivel del miembro inferior.[1] Es un hueso que al ser cúbico posee 6 caras, cuyos detalles son:[1]