El amito es una vestimenta litúrgica utilizada principalmente en la Iglesia católica romana , la Iglesia ortodoxa occidental, la Iglesia luterana y algunas iglesias anglicanas , armenias y católicas nacionales polacas .
El amito consiste en una tela blanca unida a dos largos lazos con los que se sujeta. La prenda se coloca sobre los hombros con los lazos cruzados sobre el pecho, se lleva hacia atrás y luego se lleva hacia adelante nuevamente para atarla por delante alrededor de la cintura. Los resultados pueden variar desde quedar ajustado alrededor del cuello hasta dejar una abertura profunda en forma de V. Antes de las reformas litúrgicas de 1972, su uso era obligatorio para todas las misas católicas romanas , pero hoy solo se requiere si el alba no cubre la vestimenta ordinaria del sacerdote . Muchos sacerdotes eligen usar el amito por razones de tradición o para evitar que sus otras vestimentas se dañen debido a la transpiración.
Algunas órdenes mendicantes, como los dominicos y franciscanos, y algunas otras órdenes con hábitos con capucha, solían colocarse el amito sobre la capucha levantada. El sacerdote o ministro luego sujetaba las cintas, cruzadas a la altura del pecho, detrás de su pecho. El alba se colocaba sobre la capucha y el amito y se abrochaba. La capucha/amito luego se podía retraer cuidadosamente alrededor del cuello.
En varios usos medievales, como el Rito Sarum , el amito llevaba una banda ancha y rígida de brocado u otra decoración, dando la impresión de un cuello alto. Estos se llamaban amitos vestidos . Esta práctica fue abandonada en Roma aproximadamente a fines del siglo XV, [1] pero continuó en otras partes de Europa hasta mucho después. Sin embargo, en 1907, la práctica ya no era tolerada en la liturgia católica romana, pero todavía existe dentro de muchas comunidades anglicanas y en la Iglesia Luterana de Suecia . [2] [3]
Este amito con forma de collar se extendió a la Iglesia armenia , donde se conserva como parte normal de las vestimentas sacerdotales entre los ortodoxos armenios .
Al colocarse el amito, el sacerdote primero se lo coloca sobre la cabeza (como si fuera una capucha) y luego lo baja hasta el cuello, atándolo alrededor del torso. Durante esta acción, reza una breve oración:
"Impone, Domine, capiti meo galeam salutis, ad expugnandos diabolicos incursus" (Pon sobre mí, oh Señor, el yelmo de la salvación, para que pueda vencer los ataques del diablo).