Veterum Sapientia ( en español : "La sabiduría de los antiguos") es una constitución apostólica promulgada por el Papa Juan XXIII el 22 de febrero de 1962 sobre la importancia del latín y otras lenguas no vernáculas para la Iglesia católica y en el sacerdocio. [1] [2]
Por su naturaleza, la lengua latina es la más adecuada para fomentar toda clase de iniciativas culturales entre toda clase de pueblos, ya que no incita a la envidia, sino que es igualmente accesible a todas las razas de hombres. No es partidista, sino más bien favorable y acogedora para todos. Y no sería justo no mencionar que existe en la lengua latina una innata y noble armonía y propiedad, “un modo de hablar denso de significado, rico y abundante, lleno de majestad y dignidad”. Tiene cualidades que son propicias tanto a la claridad como a la seriedad. [3]
“La Iglesia católica tiene una dignidad que supera con mucho a la de cualquier sociedad meramente humana, pues fue fundada por Cristo el Señor. Por eso es muy conveniente que el lenguaje que utilice sea noble, majestuoso y no vulgar.” [4]