El río Togdheer ( somalí : Webiga Togdheer ) es un río estacional de la región de Togdheer , en el noreste de Somalilandia . La región recibe su nombre del río. [1] [2] [3] [4] El nombre del río proviene de "Tog" (que significa "cauce del río" en el idioma somalí ) y "dheer" (que en somalí significa "largo").
El río Togdheer nace en las estribaciones de las montañas Golis , específicamente en la ladera superior de la reserva Ga'an Libah , fluye hacia el sur a través de la ciudad de Burao , donde divide la ciudad en dos, y luego desaparece en las llanuras orientales de la región de Togdheer y la parte norte de Sool , donde proporciona sustento invernal al árido valle de Nugaal . [5] El lecho del río suele estar seco, pero está sujeto a inundaciones cuando caen fuertes lluvias en las montañas.
El explorador Frank Linsly James , invitado del sultán Awad Deria durante su visita a Somalia en 1884, describe una actuación que presenció de los jinetes de Habr Yunis en el río Togdheer en Burao :
Durante nuestra estancia en Burao, el sultán reunió a un gran número de sus hombres y nos entretuvo dos veces con algunas evoluciones a caballo muy bien ejecutadas y características. En la primera ocasión, unos cuarenta hombres montados se reunieron en el remolcador delante de nuestra zariba; pero esto no satisfizo al sultán y organizó una segunda "fantasía", en la que participaron doscientos guerreros. Fue la mejor y más característica actuación de este tipo que jamás había visto. Primero se formó una procesión en el lecho del río y, a una señal dada, todos salieron corriendo, blandiendo sus lanzas y escudos. Vestidos con tobes de muchos colores y sentados libremente sobre sus caballos alegremente enjaezados, se enzarzaron en una lucha mímica con lanza y escudo, frenando a sus caballos sobre sus ancas cuando galopaban a toda velocidad y lanzando sus lanzas al aire con gritos salvajes. Cada guerrero llevaba un látigo de mango corto con una correa ancha de cuero crudo y con él azotaban a su corcel sin piedad. Algunos jinetes hacían las típicas hazañas del circo: saltaban de sus caballos cuando iban a galope tendido, recogían objetos que caían al suelo y volvían a montar. Después de un rato, galopaban cerca de nuestra zariba y, frenando, gritaban «Mort, mort» («Bienvenidos, bienvenidos»), a lo que respondíamos «Kul liban» («Gracias»). [6]