La sexofobia es el miedo a los órganos sexuales o a las actividades sexuales [1] y, en un sentido más amplio, el miedo a la sexualidad. Como tal, puede aplicarse a la actitud de una persona en función de su formación académica, su experiencia personal y su psique, o a la estigmatización general por parte de entidades colectivas como grupos religiosos, instituciones y/o estados. [2]
La sexofobia en el habla clínica tiene un efecto en la forma en que los pacientes hablan con sus médicos, ya que se manifiesta en las estrategias de comunicación que se emplean para hablar sobre problemas de salud privados. [3] En ese sentido, el uso de un vocabulario neutral y velado por parte de los médicos puede desanimar a los pacientes a hablar abiertamente sobre sus problemas sexuales. [3]
Por otra parte, la historiadora y socióloga Cindy Patton ha identificado la sexofobia como una de las principales tendencias que caracterizaron el desarrollo de la segunda fase de la epidemia del VIH en Gran Bretaña, junto con la homofobia y la germofobia . [4]
es el estigma social y personal asociado con todo lo relacionado con los aspectos físicos y psicológicos del sexo y la sexualidad. Esto se hace evidente en el Código Moral Soviético de 1961 (…)
Otros investigadores aportan pruebas del impacto de la sexofobia en el habla clínica mediante la identificación de las estrategias que se utilizan para tratar cuestiones embarazosas. Estas incluyen el uso de un vocabulario neutral y velado por parte de los médicos, que disuade a los pacientes de hablar sobre cuestiones sexuales.
Por otra parte, existía un temor y prejuicio generalizados y continuos sobre el SIDA que se expresaban tanto en círculos no oficiales (por ejemplo, en la cobertura de los medios de comunicación) como en la indiferencia oficial a nivel de políticas. Cindy Patton (1985) caracteriza esta fase como una de "homofobia, sexofobia y germofobia".