La Difunta Correa (en español La Difunta Correa ) es una figura legendaria semipagana de la religión popular, por la que sienten gran devoción numerosas personas en Argentina y Chile , especialmente entre las clases populares. Se ha extendido, de forma limitada, a países vecinos como Uruguay . Cada año desde su creación en 1840, se dice que han ocurrido milagros en el santuario de La Difunta Correa, y miles de personas lo han visitado para presentar sus respetos. El santuario está situado en la pequeña ciudad de Vallecito, a 1160 km de Buenos Aires y a 63 km de la ciudad de San Juan. [1]
Según la leyenda popular, el marido de Deolinda Correa fue reclutado a la fuerza alrededor del año 1840, durante las guerras civiles argentinas. Cuando enfermó, fue abandonado por las Montoneras . En un intento por llegar hasta su marido enfermo, Deolinda tomó a su bebé y siguió las huellas de las Montoneras a través del desierto de la provincia de San Juan . Cuando se le acabaron las provisiones, murió. Su cuerpo fue encontrado días después por gauchos que conducían ganado. Se quedaron atónitos cuando vieron que el bebé de la mujer muerta todavía estaba vivo, alimentándose de su pecho "milagrosamente" siempre lleno. Los hombres enterraron su cuerpo en la actual Vallecito en el Departamento de Caucete de San Juan, y se llevaron a su bebé con ellos.
Una vez conocido el cuento popular, los habitantes de las zonas cercanas comenzaron a visitar la tumba de Deolinda Correa, construyendo con el tiempo un oratorio que poco a poco se convirtió en santuario.
El culto a la Difunta Correa es el de una santa popular no oficial, no reconocida por la Iglesia Católica . Sus devotos seguidores creen que realiza milagros e intercede por los vivos. La supervivencia de su hijo habría sido su primer milagro.
Primero ganaderos, luego camioneros, difundieron la figura de la Difunta, creando ermitas en muchas carreteras del país, con imágenes y esculturas de la Difunta . Allí dejan botellas de agua como exvotos , "para calmar su sed eterna".
Desde los años cuarenta su santuario de Vallecito, al principio una cruz en lo alto de un cerro, se ha transformado en un pequeño pueblo en el que hay varias capillas votivas (17 en 2005), repletas de ofrendas. Las capillas son donadas por sus seguidores, cuyos nombres están grabados en placas fijadas en las puertas.
En la capilla situada en la cima de la colina hay una estatua de tamaño natural que representa a la Difunta tumbada boca arriba, con su hijo en el pecho. Los santuarios están divididos por temas. Por ejemplo, una de las capillas está llena de vestidos de novia ofrecidos a la Difunta por mujeres cuyas oraciones para casarse fueron atendidas. Se pueden encontrar matrículas de automóviles y maquetas de casas por toda la colina hasta el santuario principal.
Las visitas al santuario de Vallecito de la Difunta Correa se producen durante todo el año, pero son más numerosas en Semana Santa o el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre) y en fechas señaladas para camioneros y gauchos, sobre todo en verano. En esas ocasiones se han registrado concentraciones de hasta 200.000 personas.