En el curso del cual se convirtió al cristianismo, convirtiéndose en católico y fraile de la Orden Carmelita Descalza, se mudó a Israel, donde buscó la ciudadanía bajo la Ley del Retorno israelí, pero el gobierno lo rechazó.
Durante su juventud, perteneció a Akiva, un movimiento juvenil sionista religioso.
El gobierno israelí negó la solicitud de Rufeisen, alegando que se había convertido al cristianismo.
Rufeisen apeló el caso ante la Corte Suprema de Israel, y en 1962 la Corte confirmó la decisión del gobierno: cualquier judío que se convirtiera a otra religión perdería su acceso preferencial a la ciudadanía israelí (Rufeisen v Ministro del Interior, (1962) 16 PD 2428).
Sin embargo, Rufeisen pudo emigrar a Israel, adquiriendo la ciudadanía a través de la naturalización y vivió el resto de su vida en el Monasterio Carmelita Stella Maris en Haifa como fraile carmelita.