Mito de la Caverna es una suite en cinco movimientos para clarinete/clarinete bajo, contrabajo y piano, compuesta por Yitzhak Yedid en Jerusalén , Israel , 2002, y estrenada en Frankfurt, Alemania , octubre de 2002.
La idea fundamental de la composición se inspiró en la metáfora filosófica de Platón , La alegoría de la caverna :
Los seres humanos están sentados en una cueva, encadenados, de espaldas a la entrada. Las sombras de los objetos que se mueven en el exterior son proyectadas por la luz sobre una pared interior de la cueva. Como los prisioneros nunca han salido de la cueva desde su nacimiento, creen que esas sombras son la realidad. Uno de ellos logra liberarse y sale a la luz. Se da cuenta de que ha vivido toda su vida a la sombra de una ilusión. Encantado por su descubrimiento, regresa a la cueva para comunicarlo a los demás. La violencia estalla entre el que se aventuró a salir y los que no quieren comprender. La historia termina con la muerte de la persona que había obtenido una visión de la realidad.
Yedid encontró en la alegoría una metáfora apropiada para la difícil realidad de nuestro tiempo: una realidad delirante, la ignorancia de la verdad y el sufrimiento en el mundo. La música expresa sentimientos de crítica, compasión, oración, misericordia y un profundo deseo de reconocer la verdad.
La composición contiene cinco movimientos.
El primer movimiento, llamado “La esperanza de cristal”, presenta una esperanza irónica, frágil y engañosa. Se abre con una declaración que reaparecerá en el quinto movimiento, pero invertida, simbolizando allí el engaño de la declaración.
El segundo movimiento se llama “Oración del no creyente”. Como si el no creyente, que decide rezar después de todo, su clamor fuera más fuerte que el del creyente. Pero, a pesar de ello, su oración no se verá atendida.
El tercer movimiento, "Ritual imaginario", describe una situación hipotética e imaginaria de enfermedad, afirmando que este ritual es real. La música recorre los temas de una manera inesperada, aparentemente ilógica. En las partes improvisadas, se pidió a los intérpretes que describieran el "caminar al borde" a través de límites que rompían improvisaciones, ni siempre lógicas ni considerables.
El cuarto movimiento, melodía, está acompañado por el piano. La segunda parte consta de dos subpartes. La primera, interpretada al unísono, da paso a la segunda parte, la de cierre, en la que el clarinete improvisa en contraste con el piano y el contrabajo, que continúan al unísono.
El quinto movimiento, “Realidad ilusoria”, es un resumen y una visión sobria de la situación ilusoria.