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Los hombres silenciosos

" Los hombres silenciosos " (en francés: Les muets ) es un cuento escrito en 1957. Es el tercer cuento publicado en el volumen El exilio y el reino de Albert Camus .

Resumen de la trama

Los hombres silenciosos son los trabajadores de una tonelería durante la guerra de Argelia. Hace poco han vuelto al trabajo tras una huelga fallida. Cuando la hija del dueño sufre una enfermedad grave y aguda que requiere una ambulancia, los hombres no ofrecen ninguna palabra de condolencia. Si antes tenían la sensación de ser parte de un todo, ya no sienten eso por el dueño que se negó a acceder a sus demandas después de la huelga. El propio dueño no es una mala persona; se dice que trataba bien a sus hombres, llegando incluso a ofrecer a cada uno cinco botellas de vino añejo cada año nuevo. El dueño incluso intentó reconciliarse con los hombres, diciendo que si quieren aumentar la productividad y así obtener más ingresos, no sólo les aumentará los salarios, sino que lo hará sin que se lo pidan. Sin embargo, los hombres son fríos, y cuando el dueño se despide de todos al final de la jornada, nadie reacciona. Sin embargo, los hombres han conservado su propio sentido de fraternidad, y a pesar de la situación con el dueño y su hija, los hombres son cálidos y humanos entre sí. Aunque en general los hombres parecen moralmente impasibles ante la situación, Yvers, el protagonista, no puede dejar de pensar en la niña. Al final del relato, Yvers rompe su silencio y le confía a su mujer todo lo que ha sucedido durante el día, y concluye diciendo: "¡Ah! ¡Es culpa suya!".

Motivos

El destino común

Un tema común en las obras de Camus es que la muerte es el destino común de todos: de los ricos a los pobres, de los privilegiados a los indigentes, de los culpables a los inocentes, de los ancianos y, a veces, de los jóvenes. La muerte es ineludible y, al final, hace que todos seamos iguales. Al igual que el padre Paneloux y el joven apestado en La peste de Camus , la muerte minimiza nuestros otros problemas y enfatiza la lucha del hombre por darle sentido a lo que tiene.

El silencio

El patrón trató bien a los hombres, pero se mantuvo firme durante la huelga. Les dijo que lo aceptaran o lo dejaran, y que su oferta de trabajo era una obra de caridad. Cuando volvieron al trabajo, las puertas se cerraron hasta que llegaron todos, ya que estaba recalcando que él tenía la sartén por el mango. Se explica "que no estaban enfurruñados, que les habían cerrado la boca, que tenían que aceptarlo o dejarlo, y que la ira y la impotencia a veces duelen tanto que ni siquiera se puede gritar". (Camus 406)

Fuentes