Lorena Cabnal ( Guatemala , 1973) es cofundadora del movimiento feminista comunitario-territorial de Guatemala y de la Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario . [1]
Lorena creció en las afueras de la capital guatemalteca durante la Guerra Civil de Guatemala . Su familia tuvo que huir de su territorio maya q'eqchí en Alta Verapaz tras ser expulsada por los terratenientes, al igual que miles de indígenas que fueron desplazados a la fuerza durante el gobierno militar de Efráin Ríos Montt . [2]
Creció en un contexto de violencia que consideraba parte de la vida cotidiana. Después de hablar con una amiga sobre el abuso sexual de su padre contra ella, [3] Lorena dejó de naturalizar la violencia y huyó de su casa a los 15 años. [4]
La activista quería estudiar medicina, pero su situación económica no se lo permitió. Sin embargo, gracias a su madre, que era herbolaria y que también trabajaba como cocinera en casas particulares, le dio la oportunidad de tener contactos y permitió que su hija estudiara medicina transfusional . Allí conoció a mujeres importantes para su camino: la médica Gladys Murga, quien fue su mentora en el ámbito médico y la filósofa María Rosa Padilla, quien marcó su vida porque con ella empezó a escuchar otras interpretaciones académicas desde una perspectiva social y antropológica de los pueblos indígenas. [5]
Y a los 25 años decidió alejarse de su comunidad y llegó a las montañas de Santa María Xalapán, Guatemala, donde comenzó a trabajar contra la violencia sexual y donde también conoció a Victoria Serrano, quien sería una de sus abuelas espirituales hasta su muerte.
Mi intención era hablar con las niñas y los niños, porque quería contribuir para que no hubiera más violencia sexual contra ellos a partir de mi historia . [2]
Lorena además de feminista es curandera e hija de la cosmología maya Xinca , y junto a sus compañeras de montaña inició su activismo defendiendo el territorio, luchando contra los transgénicos , los tratados de libre comercio, contra los despojos de los terratenientes en el territorio ancestral y luego contra la minería, [6] [4] y fueron las acciones machistas de su vida cotidiana, como que el gobierno de su comunidad estaba conformado por 357 hombres y ninguna mujer y que sólo había guías espirituales hombres, las que la impulsaron a cuestionar la vida al interior de su comunidad y junto a un grupo de mujeres que compartían las mismas preocupaciones dieron paso al feminismo comunitario territorial. [2] [7]
Apenas se hizo feminista empezó a sufrir violencia por parte de sus compañeros de la comunidad, quienes la acusaron de haberse dejado contaminar por feministas blancas extranjeras, la estigmatizaron y la obligaron a abandonar la comunidad pese a su rol activo en la defensa del territorio Xinka frente a numerosos proyectos mineros. Incluso le exigieron que se embarazara nuevamente.
Los hijos son la vida y la garantía de la existencia de nuestros pueblos. Y una hija no es nada. Si quieres volver a trabajar con mujeres, tienes que volver a quedar embarazada.
Tras negarse a aceptar lo que ella llama los fundamentalismos indígenas , o las inmutables costumbres patriarcales originales, decidió abandonar la comunidad junto con su hija. Sin embargo, no se arrepiente, pues no tiene intención de volver a permanecer en silencio frente a la misoginia , la violencia sexual y los feminicidios .
En ese sentido, su militancia le ha costado más de una década de estar acompañada por Brigadas Internacionales de Paz , organización que protege a defensores de derechos humanos. [8]
Lorena no se autodenomina feminista decolonial , sino feminista comunitaria territorial, pues considera que los cuerpos-territorios sufren presiones y violencias tanto en el presente como en las memorias ancestrales e invita a la sanación para seguir luchando por la defensa de los territorios-cuerpo-tierra. [6]
Para la curandera, el cuerpo es un factor primordial porque considera que sobre él se ha construido la colonización , la invasión , el saqueo , el genocidio , el despojo tanto de territorios como de saberes ancestrales, el racismo y, por lo tanto, está en una amenaza constante, entonces se convierte en un territorio en disputa. [9] Para ella, es necesario luchar contra esta violencia al mismo tiempo que se lucha por defender la tierra. [10] En la última década, el feminismo comunitario se ha extendido a países como Bolivia y Guatemala. Desde donde, ella y sus compañeras lanzaron la propuesta de Recuperación y Defensa del Territorio Cuerpo- Tierra, que intenta visibilizar la necesidad de tejer las luchas contra los proyectos extractivistas con la erradicación de la violencia ejercida por los hombres contra los cuerpos de las mujeres en las mismas comunidades en resistencia. [6]
En la red de curanderas, hay parteras ancestrales , cronometradoras, sanadoras, herbolarias y todas trabajan en equipo, todas aportan desde sus procesos y saberes. Se basan en fuentes calendáricas y se guían según el calendario maya para realizar cualquier proceso, al que siempre se acompaña, [5] pero insiste en que hay diversidad de caminos de sanación. [9] Además, desde la red feminista comunitaria y territorial realizan un trabajo de decodificación que les permite reivindicar conceptos teóricos feministas desde las palabras y el sentir de cada una y sus contextos. [1]
Para la feminista guatemalteca, la sanación es un camino cósmico-político. Cósmico por la memoria ancestral y el vínculo con la naturaleza, y político porque se sana para estar bien, pero también para seguir luchando. [11]
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