La Sayona es una leyenda de Venezuela , representada por el espíritu vengativo de una mujer que se presenta solo ante hombres que tienen amoríos fuera de sus matrimonios. El nombre "Sayona" hace referencia a la tela que viste el fantasma, que es un vestido largo blanco similar a una prenda interior medieval.
La leyenda afirma que cuando esta mujer aparece pide que la lleven, y después de un rato cuando la víctima intenta ver su rostro, se da cuenta de que en lugar de eso tiene una calavera con dientes horribles. [1]
La leyenda dice que “La Sayona” era una joven llamada Casilda. Vivía en un pequeño pueblo de las llanuras de Venezuela y era la muchacha más hermosa del lugar. Estaba casada con un gran hombre, cariñoso y amoroso. Casilda y su marido tenían un bebé. Un día, Casilda estaba nadando desnuda en un río cercano y un aldeano la vio. A partir de entonces, el hombre siempre la seguía y la observaba mientras se bañaba en el río. Un día Casilda lo vio y le dijo que la dejara en paz; él la ignoró y, en cambio, le dijo que estaba allí para advertirle: “Tu marido tiene una aventura con nada menos que tu madre”, le dijo. Casilda corrió a su casa y encontró a su marido dormido con el bebé en brazos. Ciega de ira, quemó la casa con ellos dentro. Los aldeanos podían oír sus gritos mientras Casilda corría a la casa de su madre. La encontró en el patio y la atacó con un machete, golpeándola en el estómago. Mientras la madre se desangraba, maldijo a Casilda diciéndole que a partir de ese momento tendría que vengar a todas las mujeres matando a sus maridos infieles. Y desde ese día Casilda se convirtió en "La Sayona".
En otras versiones del cuento, Sayona se les aparece a los hombres que trabajan en la jungla. Se manifiesta cuando sus víctimas, desprevenidas, hablan con sus compañeros de trabajo sobre sexo o piensan en mujeres que dejaron atrás en su ciudad natal. Sayona se les aparece a esos hombres adoptando la apariencia de una mujer hermosa o de un ser amado y los atrae hacia el bosque para poder revelar sus rasgos animales y devorarlos o destrozarlos, dejando sus cuerpos miserables para que sus compañeros los encuentren.