La Marina es el nombre que tradicionalmente se da a la zona de Cantabria (comunidad autónoma de España) orientada al mar, en contraste con La Montaña , su parte interior. Las diferencias entre ambas son orográficas, climáticas y ecológicas además de antropológicas y etnográficas. En el caso de La Marina, que ocupa tan solo un tercio de la comunidad autónoma, la orografía y el clima son suaves, la densidad de población es mucho mayor y, por tanto, presenta un mayor nivel de desarrollo. [1] En esta zona se localizan varios de los mayores núcleos de población de la región, destacando su capital, Santander . El capítulo 2 del Plan Regional de Ordenación del Territorio de Cantabria define La Marina como un entorno físico diferenciable, con un clima y un relieve más suaves que la Cantabria interior, y con un mayor desarrollo poblacional. [2]
Históricamente, La Marina ha estado ocupada por sociedades humanas desde el Paleolítico Inferior , si bien mantuvo una baja densidad de población y un paisaje poco humanizado hasta el siglo IX, cuando se tiene constancia de que se produjo un proceso de repoblación sustentado en los monasterios asturianos de Santillana y Trasmiera ; a partir de entonces, la situación de las poblaciones del litoral cantábrico fue similar a las vizcaínas , donde las mayores abadías de la época se concentraron a lo largo de los acantilados costeros, desarrollándose núcleos de población en torno a ellas durante el siglo X. Los monasterios, en ambos territorios, controlaban los recursos pesqueros marítimos y fluviales. [3]
Los límites entre Marina y Montaña suelen fijarse geográficamente en la sierra del Escudo de Cabuérniga , una sierra que corta los valles cantábricos, generalmente perpendicular al mar, y a partir de la cual la cordillera Cantábrica abandona el relieve abrupto por otro mucho más suave, que desciende escalonadamente hasta la costa sin superar, salvo algunas excepciones, los 200 m sobre el nivel del mar. [4] Estas tierras emergieron del mar durante la era cuaternaria y fueron erosionadas progresivamente a partir de sus fracturas, de modo que las depresiones actuales son coincidentes con fallas de trazado. Varias de ellas son hoy cauce de los grandes ríos de la región, como el Besaya y el Asón , además de conformar la bahía de Santander y otras zonas costeras. Al mismo tiempo, la tectónica de placas provocó el ligero levantamiento de algunas zonas. Ejemplos de los desniveles de la erosión son La Masera, un cerro situado junto a la ría de San Martín de la Arena, y el monte Vispieres. Las zonas dolomíticas y calizas resistieron mejor el clima. Sus alturas reciben el nombre genérico de Sierras Litorales, que incluyen las sierras de Udías-Novales, Camargo, Peña Cabarga, Monte Buciero y Cerredo. [5]