Isabel Gómez Muñoz (nacida el 3 de octubre de 1959) es una poeta chilena , ganadora del Premio Pablo Neruda 1997 .
Isabel Gómez Muñoz estudió en la Escuela Italia Nº 18 de Curicó , donde concluyó sus estudios primarios, para luego continuar con la secundaria en el Liceo Politécnico A Nº 1, donde obtuvo el título de licenciada en publicidad y ventas. [1]
Sus primeras publicaciones literarias las realizó en el diario La Prensa de su ciudad natal , [2] y su vocación también se vio reflejada en la fundación del taller literario Gaviota (1979-1981), que codirigió. Isabel también participó de los talleres Orlando González Gutiérrez, impartido por el poeta curicense Juan Jofré Bustamante; Huelén, de Martín Cerda y Hernán Ortega (1982); y cuando vivía en Santiago , Espacio, de Osvaldo Ulloa (1990–1991). [1]
Estudió pedagogía y se licenció en educación en la Universidad de Los Lagos , donde realizó un magíster. Ha sido bibliotecaria del Colegio York ( comuna de Peñalolén ), directora de la Sociedad de Escritores de Chile y sus poemas han sido incluidos en diversas antologías y publicados en revistas nacionales y extranjeras. [3]
Los primeros versos de Gómez Muñoz fueron publicados en La Prensa de Curicó entre 1979 y 1983. Tres años después apareció en Santiago su primer poemario, Un crudo paseo por la sonrisa , con prólogo del profesor y escritor Sergio Bueno Venegas. Luego, en 1990, salió Pubisterio , prologado por José-Christian Páez, con posfacio de Jorge Teillier e ilustrado con grabados de Mario González Sepúlveda. Este libro la consagró como poeta; Teiller destacó su «aguda búsqueda interior» iluminada por «los relámpagos» de la intuición, mientras que José Arraño Acevedo escribió que se trata de «una verdadera renovación espiritual» en la manera de abordar la poesía femenina, «que busca liberarse de aquello que la vincula a las viejas tradiciones». [2] En 1994 publicó Versos de escalera , y tres años después fue distinguida con el Premio Pablo Neruda. [2] Desde entonces ha seguido produciendo con su acostumbrada calidad expresiva. Como señala Alejandro Lavquén “el manejo de la palabra y su manifestación, expresada en versos justos y precisos, en imágenes de gran belleza e intimidad. Isabel debe ser una de las poetas que mejor desarrolla su yo interior sin resultar inalcanzable en la comprensión de sus versos. Sus metáforas son luz y sombra, tal como lo es la vida cotidiana, y al traer esto al poema, lo hace siempre manteniendo el nivel poético del lenguaje”. [4]
Como antóloga ha recopilado El lugar de la memoria (Editorial AYUN, 2007) y Voces de la memoria. Centenario en el bicentenario. Antología de poetas y narradores latinoamericanos en los 100 años del Partido Comunista de Chile (Cuarto Propio, 2012). [5]