Irene Claremont de Castillejo (nacida en Londres en 1885 – fallecida en Londres en 1967) fue una escritora y analista junguiana. Se la recuerda especialmente por su texto clásico publicado póstumamente, Knowing Woman: A Feminine Psychology (1973).
Irene Claremont de Castillejo se licenció en Historia y Economía en la Universidad de Cambridge . En 1922 se casó con el jurista y catedrático de Educación José Castillejo Se fueron a vivir a España a la casa de su marido en Madrid , 'Olivar de Castillejo', en Chamartín , actualmente conocida como 'Fundación Olivar de Castillejo'. Tuvieron cuatro hijos, Jacinta, Leonardo, David y Sorrel. [1]
En 1936, con el estallido de la Guerra Civil Española, la familia se trasladó a Inglaterra, seguida de una estancia en Suiza y, de nuevo, regresó a Inglaterra en 1939 debido a la invasión alemana de Europa.
Tras la muerte de su marido en Londres en 1945, Irene comenzó sus estudios de psicología junguiana en Zúrich, trabajando con Carl Gustav Jung , Emma Jung y Toni Wolff . A su regreso a Londres, estableció una consulta de psicoterapia especializada en el papel de la mujer en el mundo actual.
Irene murió en Londres en 1967. [2]
Su texto clásico, publicado originalmente en 1973, ha sido reeditado en varias ediciones desde entonces. Es una síntesis de su sabiduría adquirida a través de su experiencia vital y su trabajo como terapeuta. Ella se expresa así:
Los psicólogos han caído inadvertidamente en esta triste pasión por la normalidad, pero no estoy tan seguro de que el equilibrio sea necesariamente una virtud. Algún problema interno urgente o algún desequilibrio pueden, en realidad, proporcionar el impulso para abordar los males externos. El rebelde que se ve impulsado a actuar ante la injusticia o la crueldad hacia los demás puede muy bien haber sufrido a causa de un tirano interior que lo intimida.
La mayoría de los genios, en cualquier campo, son, a ojos del público, más que un poco locos. El alto precio que algunos artistas tienen que pagar por su inusual perspicacia puede ser la falta de equilibrio. El mundo habría sido un lugar más pobre sin Van Gogh.
El problema es que los psicólogos creen que pueden ver y explicar patrones de conducta. En ciertos niveles tal vez puedan, pero nunca olvidemos la incognoscibilidad única de cada alma individual. [3]