El Informe Kimelman tuvo un impacto sustancial y duradero en la protección de los niños aborígenes en Canadá y fue parte de un cambio fundamental en los paradigmas internacionales de protección de los niños de los pueblos aborígenes .
A principios de los años 1980, tras la famosa Scoop de los años sesenta [1] , en la que muchos niños fueron separados de sus familias aborígenes para ser adoptados por padres no aborígenes y, en algunos casos, para su adopción internacional, el gobierno de Manitoba creó un Comité de Revisión de Adopciones y Colocaciones de Indios y Métis. El juez Edwin C. Kimelman presidió el Comité. En 1984, "después de revisar los expedientes de todos los niños nativos que habían sido adoptados por una familia de fuera de la provincia en 1981, el juez Kimelman declaró: 'habiendo completado ahora la revisión de los expedientes... el Presidente ahora declara inequívocamente que se ha estado produciendo un genocidio cultural de manera sistemática y rutinaria'". [2]
En 1985, el Comité de Revisión publicó un informe final, titulado "No Quiet Place" (No hay lugar tranquilo) y conocido en los círculos de bienestar infantil como el Informe Kimelman, [3] que tuvo un profundo impacto en la protección de los niños aborígenes en Canadá y quizás en otros lugares. [4] El informe contenía 109 recomendaciones que abordaban cuestiones del sistema de bienestar infantil existente en Manitoba. Los siguientes extractos son del informe:
El presidente estaba decidido a que la estructura del comité no obstaculizara la elaboración de un informe significativo que abordara cuestiones sustanciales que podrían y deberían implementarse. Era evidente la necesidad de evitar la posibilidad de que el comité se utilizara simplemente para acallar el clamor de las organizaciones indígenas. Este estudio no debe ser un encubrimiento del sistema de bienestar infantil [5]
En 1982, nadie, excepto los indios y los métis, creía realmente en la realidad: que los niños nativos eran enviados rutinariamente a hogares de adopción en los Estados Unidos y otras provincias de Canadá. Todos los trabajadores sociales, todos los administradores y todas las agencias de la región veían la situación desde una perspectiva estrecha y veían cada caso individual como una excepción, como un caso que implicaba circunstancias atenuantes. Nadie comprendía del todo que el 25% de todos los niños colocados para adopción lo eran fuera de Manitoba. Nadie comprendía del todo que prácticamente todos esos niños eran de ascendencia nativa. [5]