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El medico de su honra

El médico de su honra (inglés: The Surgeon of his Honor ) es una obra de teatro en español de Pedro Calderón de la Barca . Publicado por primera vez en 1637, es una tragedia sobre un malentendido que conduce al asesinato por honor de la esposa del protagonista.

Resumen de la trama

acto 1

La obra comienza cuando el Infante Enrique cae de su caballo y pierde el conocimiento. El rey Pedro no desea ser detenido en su viaje a la corte de Sevilla , y sugiere que los compañeros del infante, don Arias y don Diego, lo lleven a una casa de campo cercana mientras continúa su camino hacia Sevilla. Arias critica al rey por ser cruel, pero Diego le advierte que tenga cuidado con lo que dice. Los dos hidalgos lo llevan hasta la casa de campo, en la que habitan don Gutierre y su esposa, doña Mencía.

Mencía y su esclava Jacinta los reciben. Arias reconoce a Mencía como la ex amante del infante, pero ella le advierte que se calle, diciéndole que su honor depende de ello. Ella envía a Jacinta a buscar perfumes y se queda sola con Enrique y soliloquia sobre su antiguo amor por él y la necesidad de reprimir sus emociones para proteger su honor. Enrique despierta y le expresa su amor. Mencía explica que ahora está casada y que están en casa de su marido. Enrique, abrumado por sus emociones, exige que él y sus compañeros se vayan de inmediato, convencido de que su caída era un presagio de su muerte inminente por el dolor por el matrimonio de su amante con otro. Mencía explica que nunca podría haberse casado con Enrique, ya que su estatus no era lo suficientemente alto como para casarse con un infante.

Don Gutierre, marido de Mencía, entra con su lacayo Coquín y le pide a Enrique que honre su humilde morada (frente al palacio) quedándose allí mientras se recupera. Enrique declina cortésmente, diciendo que tiene una necesidad urgente de irse rápidamente. Gutierre indaga sobre la naturaleza de esta necesidad, por lo que Enrique lee una historia sobre un amigo que lo traicionó en un asunto del corazón, que pretende ser un mensaje para Mencía explicando su dolor ante la noticia de su matrimonio. Mencía utiliza su metáfora en la historia inventada para transmitir que desea explicarse ante él.

Diego regresa y anuncia que se ha preparado un caballo para el infante. Gutierre le ofrece en cambio una yegua excepcional de sus propios establos. Enrique acepta el regalo y le avisa a Mencía que volverá a visitarla. Se marcha, junto con sus dos asistentes y Coquín. Mencía menciona sus celos de la ex amante de Gutierre, Leonor, y Gutierre le asegura que ya no la ama. Mencía no le cree y se marcha. Jacinta entra y convence a Mencía para que le cuente sus problemas.

La siguiente escena tiene lugar en la corte del rey de Sevilla, donde recibe peticiones de sus súbditos. Doña Leonor y su doncella, Inés, entran vestidas con mantos para ocultar sus identidades. Después de que el rey atendió varias peticiones, Leonor se acerca a él y le explica que busca justicia por una cuestión de honor. El rey despide a todos los demás y Leonor cuenta la historia de cómo Don Gutierre la cortejó y le propuso matrimonio, pero rompió el compromiso. Ella afirma haber presentado una demanda contra él, pero perdió debido al favoritismo hacia Gutierre. Le pide al rey que le ordene que la mantenga en un convento, que ella ve como su única opción como mujer deshonrada. El rey dice que desea escuchar la versión de Gutierre de la historia y le sugiere que se esconda detrás de una pantalla y escuche mientras él habla con él. Ella se esconde y entra Coquín.

El rey pregunta quién es y Coquín explica que es alguien que hace reír a la gente. El rey hace una apuesta con él: si Coquín lo hace reír, el rey le pagará 100 monedas de oro, pero si no puede, le sacarán los dientes. Coquín acepta la apuesta, principalmente por miedo a la ira del rey si se niega. Sale y entra la corte, compuesta por don Gutierre, don Diego, don Arias y el infante Enrique. Gutierre se acerca al rey, quien le pregunta qué le dijo Leonor antes. Gutierre niega haber prometido matrimonio y el favoritismo del juez durante el proceso. Él insinúa que hay más en la historia, y el rey insiste en que se lo cuente, para que Leonor escuche lo que tiene que decir y pueda responder más tarde.

Gutierre revela que una noche descubrió a un hombre desconocido escabulléndose por el balcón de la casa de Leonor y sintió que ya no podía confiar en ella. Ante esto Leonor se revela y comienza a explicar lo que pasó esa noche, pero Don Arias interrumpe, diciendo que siente que debe ser él quien debe explicar. Dice que esa noche había otra mujer en la casa, a quien había estado cortejando con intención de casarse, quien ya falleció. Siguió a la mujer al interior de la casa antes de que Leonor pudiera detenerlo, y cuando Gutierre se acercó, ella le ordenó que huyera. En ese momento él pensó que ella estaba casada y que era su esposo quien regresaba a casa, así que hizo lo que ella le dijo. Como ahora sabe la verdad, declara que desea defender públicamente su honor y él y Gutierre desenvainan sus espadas. Esto viola la ley que prohíbe sacar un arma en presencia del rey, y el rey ordena arrestarlos a ambos. Enrique decide que esto le dará la oportunidad de escabullirse y ver a Mencía. Todos se van excepto Leonor, quien lamenta la pérdida de su honor y maldice a Gutierre por causarlo.

Acto 2

Jacinta acepta dejar entrar a Enrique a la casa para ver a Mencía, porque Enrique le ofrece su libertad a cambio. Mencía se alarma al verlo, diciendo que está violando su honor y el de su marido al venir a visitarla solo, pero Enrique afirma que pensó que sus contribuciones a su falsa historia sobre su amigo traidor eran una invitación. Ella lamenta haberlo engañado, pero le ruega que la deje en paz para que su honor no sea destruido. Mientras discuten, Gutierre y Coquín regresan a casa, y Mencía le ordena a Enrique que se esconda en su habitación hasta que pueda abrir una puerta por la que pueda escapar. Se esconde y Gutierre le explica que el director de la prisión, un familiar y amigo, lo dejó salir temporalmente para que fuera a ver a Mencía. Mencía llama a Jacinta para que la ayude a preparar la cena para su marido y se van. Gutierre le recuerda a Coquín que deben regresar a la prisión antes del amanecer. Coquín sugiere que no regresen y Gutierre se enfurece ante la sugerencia de que traicionen al director de la prisión.

Mientras discuten, Mencía pide ayuda y afirma haber encontrado a un ladrón escondido en su dormitorio. Gutierre, Coquín y Mencía van a investigar, y Mencía apaga la vela, lo que permite a Jacinta guiar a Enrique fuera de la casa al amparo de la oscuridad. Gutierre va a registrar la habitación y Jacinta le pregunta a su ama por qué no le dijo la verdad a Gutierre. Mencía revela que siente que su marido no habría creído que ella era inocente. Gutierre regresa, con una daga que ha encontrado dejada por Enrique escondida debajo de su capa. Le dice a Mencía que deben regresar a la prisión, y se abrazan, lo que revela la daga. Alarmada, Mencía le pregunta si tiene el puñal para matarla y protesta que ella es inocente de cualquier delito. Gutierre miente y dice que sacó el puñal mientras registraba la casa, en busca de protección. Mencía intenta disimular su culpa alegando que su ausencia la pone nerviosa y paranoica. Gutierre se marcha, aunque confiesa que tiene algunas sospechas sobre la forma en que actúa Mencía.

La siguiente escena ocurre en Sevilla, donde el rey acaba de regresar de realizar sus rondas nocturnas de incógnito por la ciudad. Él y Don Diego se encuentran con Coquín, a quien el rey desafía a intentar ganar la apuesta. Coquín cuenta un chiste sobre un eunuco con bigote protector, pero el rey no se ríe. Enrique entra y pide que liberen a don Arias. El rey perdona a ambos infractores de la ley. Sale, y tras una conversación entre Enrique y Coquín, entran don Arias, don Diego y don Gutierre. Gutierre compara el puñal que encontró en el dormitorio de Mencía con la espada que porta Enrique.

Sospechando de su infidelidad, Gutierre decide tenderle una trampa a su esposa. Regresa a casa la noche siguiente y entra sigilosamente por el jardín. En la oscuridad cambia su voz para que Mencía no lo reconozca, y cuando ella lo llama "Mi Príncipe", Gutierre se da cuenta de que Mencía ha estado viendo a Enrique por las noches en su ausencia. Lo que no sabe sin embargo es que Mencía no es culpable de ningún delito con Enrique y trató de despedirlo cuando se presentó en la casa.

Acto 3

Seguro de que su esposa le ha sido infiel con el Príncipe, Gutierre apela al Rey y le informa que su honor está en peligro. El Rey se enfrenta a Enrique y esconde a Gutierre detrás de una pared para que él mismo pueda escuchar la versión de la historia del Príncipe. Cuando Enrique confiesa que amaba a Mencía, el Rey intenta que deje de hablar pero él continúa incriminándose ante Gutierre. Cuando el Rey intenta entregar la daga de Enrique que Gutierre encontró en la casa, su mano se corta accidentalmente en el intercambio de manos. El Rey interpreta el accidente como un atentado y acusa a su hermano de traición.

Habiendo huido del lugar, para evitar mayores enfrentamientos, Enrique hace planes para abandonar la ciudad. Sin embargo Mencía teme que esto despierte sospechas entre sus vecinos, la corte y por supuesto su marido, por lo que le escribe rogándole que no se vaya para que su reputación no corra peligro. Gutierre encuentra la carta inacabada, con sólo una línea ambigua escrita. Más seguro que nunca de su infidelidad, Gutierre siente que no tiene más remedio que convertirse en el "médico" (médico/cirujano) de su propio honor y hace planes para matar a Mencía para restaurar su honor. Contrata a Ludovico, un sanguinario, al que le venda los ojos de camino a la casa para que no pueda identificar su entorno y culpar a Gutierre. Amenaza la vida de Ludovico a menos que cumpla con matar a Mencía desangrandola. Ludovico, bajo protesta pero sin otra opción por temor a perder su vida, le deja sangrar.

Una vez que se le ha quitado la vida, Gutierre lleva a Ludovico nuevamente a la calle, con la intención de matarlo de todos modos para atar el último cabo suelto. Pero Gutierre huye cuando ve acercarse al Rey por la calle. Ludovico al ver al Rey le informa lo sucedido, y dice que dejó una huella de una mano ensangrentada en la puerta de la casa para poder identificarla más tarde. El Rey encuentra la casa con la huella de la mano y sabe que es la de Gutierre. Admira cómo Gutierre se ha propuesto salvar su honor de forma discreta y privada. Decide que Gutierre se case con Leonor para reparar también su honor, pero Gutierre protesta diciendo que es demasiado pronto para volver a casarse. El Rey anula la opinión de Gutierre, y la obra termina con un oscuro intercambio sobre cómo Gutierre ha sido el "médico" de su honor una vez, y que Leonor debe prestar atención y tener cuidado, porque fácilmente podría volver a hacerlo si siente que lo ha hecho. causa.

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