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Amalia Domingo Soler

Amalia Domingo Soler

Amalia Domingo Soler ( Sevilla , 10 de noviembre de 1835 - Barcelona , ​​29 de abril de 1909) fue una escritora, novelista y feminista española, que también escribió poesía, ensayos, cuentos, así como una autobiografía, Memorias de una mujer . Es conocida por su participación en el movimiento espiritista español. [1] Sus escritos se caracterizan por un estilo poético y delicado. Es recordada por su libro "Memorias del padre Germano". Fundó y editó un semanario espiritista, La Luz del Porvenir , caracterizado por sus puntos de vista radicales y orientación feminista. [2] También se desempeñó como editora en jefe de Luz y unión que sucedió a La Luz del Porvenir en 1900. [3]

La vida de Amalia Domingo Soler

Amalia es una de las figuras más importantes del Espiritismo español del siglo XIX. Escritora incansable, dedicó más de 30 años a la difusión de las enseñanzas codificadas por Kardec. No podemos considerar la vida de una persona sin referirnos a su entorno, sin referirnos a la situación del país y al momento en que nació. Sería como un árbol sin raíces. Amalia nació en Sevilla, el 10 de noviembre de 1835. Apenas han pasado dos años desde que fallecieron Fernando VII y su esposa, la regente Mª Cristina. A ella no le queda más remedio que apoyarse en los liberales si quiere conservar el trono para su hija, la futura Isabel II. La mayor parte de la vida de Amalia transcurrió en una España en la que luchaban absolutistas, partidarios de una sociedad de clases, y liberales, partidarios de una sociedad de clases impuesta por la Revolución Francesa. El interés de ambos estará en liquidar al oponente y no en llegar a un entendimiento. Es un siglo en el que la mujer no ha abandonado el dominio del hombre, ni en forma de padre ni en forma de marido. Un siglo en el que la mujer tiene muy pocas salidas, casi diría dos: el convento y el matrimonio. La vida de Amalia es un ejemplo de coherencia pero también de rebeldía. Es coherente porque se niega a aceptar el convento, porque en él no encuentra a Dios, y se niega también a aceptar el matrimonio, porque no quiere unirse a nadie sin amor o por puro interés. Y de ahí viene su rebeldía, porque carente de recursos materiales y con un grave problema de vista, se enfrentará a los graves problemas materiales que le esperan antes que aceptar cualquier solución que no esté en consonancia con su propia conciencia y con su siglo. No vayamos más lejos. Nace en una familia desestructurada, ya que su padre está ausente, se ha alejado de ella, dejando a su madre con unos ingresos que cree que serán suficientes para mantenerlos a ambos. A los tres días de nacer empezó a padecer una enfermedad en los ojos que le duraría toda la vida y que haría que su madre se dedicara única y exclusivamente a cuidarla y educarla. Pero no le hace aprender ningún oficio, ni estudiar una carrera, porque sus ojos no se lo permiten. Aprendió a leer a los cinco años pero no descuidó su educación moral que será rigurosa. Los errores que ella, como cualquier niña, comete son severamente castigados por su madre y se impondrán con tanta fuerza en su alma que nunca podrá traicionar las enseñanzas recibidas. Van juntas a todas partes. Con sólo mirarse se entienden. Juntas van a las iglesias, pero en ellas Amalia sólo percibe el lujo o la belleza de las estatuas; no ve a Dios. Ve lo artístico de la representación, la nobleza del material empleado, pero Dios no está allí. Esto lo encontrará en la naturaleza, en el mar, no en la madera, el ébano, el mármol o el marfil.El contexto sociocultural en el que vive Amalia, junto con la enfermedad y muerte de su madre, son dos elementos que condicionarán especialmente su vida, al menos hasta que abandone Sevilla. Es una joven culta, mucho más culta que el resto de mujeres de su época, lo que, según algunas amigas de su madre, le dificultará el matrimonio y creerán también que es la causa de su falta de veneración por las imágenes sagradas. Es una joven con la belleza de la juventud y los cariños de la juventud. Como todas las mujeres, tuvo que amar y ser amada. Todos hemos recibido poemas de amor y rosas con espinas de ella. Ella también las recibió. Viven, madre e hija, muy unidas a los ingresos que le dejó su padre y que han ido menguando con el tiempo. Con ellas también vive una criada a la que mantendrán hasta que sea muy mayor y vuelva con su familia. La madre de Amalia enferma y teme que sus recursos disminuyan tanto que no pueda cuidarla y que tenga que morir en un hospital. Hoy nos parece lo mejor, pero en aquella época morían en los hospitales mendigos y desheredados de la tierra, huérfanos y necesitados. Las personas mínimamente acomodadas y con familia preferían morir en sus camas, cuidadas y atendidas por sus seres queridos. A ella también le preocupa poder pagar un entierro y un nicho dignos. Lo teme tanto que llega a pedir a Dios todas las amarguras que Él quiera enviarle antes que ver a su madre sufrir por la miseria. Cuando su madre muere, en junio de 1860, Amalia tiene veinticinco años. Es solterona, sin familia, sin ingresos de su trabajo ni de rentas. Vende los muebles de la casa y reduce todos sus enseres a lo que cabe en la habitación en la que murió su madre. Queda tan afectada que tardará tres meses en recuperar la memoria.pero en aquella época morían en los hospitales mendigos y desheredados de la tierra, huérfanos y necesitados. Las personas mínimamente acomodadas y con familia preferían morir en sus camas, cuidadas y atendidas por sus seres queridos. Le preocupa también poder pagar un entierro y un nicho dignos. Lo teme tanto que llega a pedir a Dios todas las amarguras que quiera enviarle antes que ver a su madre sufrir por la miseria. Cuando su madre muere, en junio de 1860, Amalia tiene veinticinco años. Es solterona, sin familia, sin ingresos de su trabajo ni de rentas. Vende los muebles de la casa y reduce todos sus enseres a lo que cabe en la habitación en la que murió su madre. Queda tan afectada que tardará tres meses en recuperar la memoria.pero en aquella época morían en los hospitales mendigos y desheredados de la tierra, huérfanos y necesitados. Las personas mínimamente acomodadas y con familia preferían morir en sus camas, cuidadas y atendidas por sus seres queridos. Le preocupa también poder pagar un entierro y un nicho dignos. Lo teme tanto que llega a pedir a Dios todas las amarguras que quiera enviarle antes que ver a su madre sufrir por la miseria. Cuando su madre muere, en junio de 1860, Amalia tiene veinticinco años. Es solterona, sin familia, sin ingresos de su trabajo ni de rentas. Vende los muebles de la casa y reduce todos sus enseres a lo que cabe en la habitación en la que murió su madre. Queda tan afectada que tardará tres meses en recuperar la memoria.

¿Qué opciones tiene una mujer soltera, sin ingresos y casi ciega, en 1860?

En realidad muy pocas: la clausura de un convento o la cárcel del matrimonio de conveniencia. Rechaza ambas. La primera porque siente que es una vida perdida y que la aleja de los sagrados vínculos familiares. La segunda, porque no quiere engañarse ni engañarse a sí misma, siguiendo con ello la educación que le había inculcado su madre. Así que prefiere la libertad con todas las consecuencias que ello conlleva. Decide finalmente aceptar una pensión de los parientes de su padre, a cambio de ser la costurera de la familia. La pensión le durará seis meses, durante los cuales continúa viviendo en la misma habitación en la que murió su madre. Una vez acabada la pensión y sin recursos, iniciará un itinerario por varias ciudades y con varias amigas de su madre. Este itinerario llevará a Amalia a la necesidad de buscar trabajo en Madrid, donde espera trabajar como costurera, y que su poesía sea más valorada y remunerada de lo que lo había sido hasta ahora. A principios de la década de 1870, Amalia se adentra en el estudio del Espiritismo. Al poco tiempo, su poesía será publicada en El Criterio y otras revistas espiritistas de la época, aunque no deja de coser para obtener ingresos suficientes para su manutención personal. Estamos en el momento en que, gracias a las visitas al consultorio del doctor Joaquín Hysern, se entera de la existencia de la doctrina espiritista y de cómo ésta responde a las preguntas que tanto la inquietaban sobre el porqué de la aparente desigualdad entre las personas, ya que ninguna teoría ni religión había respondido racionalmente a esas preguntas. Sigue frecuentando la capilla evangélica de la calle Calatrava, a donde acude junto a su amiga Engracia de ella, y donde había logrado ser estimada y conocida. Sigue escuchando los sermones de los evangelistas que a veces consiguen convencerla con sus argumentos, aunque otras veces es ella misma quien los refuta mentalmente. Consigue que una familia espiritista le regale El libro de los espíritus, aunque sólo puede leerlo durante 30 minutos por la mañana, descansando cada 20 líneas. Una mañana, cuando estaba arreglando una túnica (cosía durante 15 minutos y no de corrido), recupera inesperadamente la visión, abriéndose para ella una nueva vida. Encuentra trabajo como costurera y se siente más feliz de lo que sería si hubiera heredado una gran fortuna. Con los ejemplares de “El Criterio” lee Fernández Colavida y Lagier y Pomares. Como no puede suscribirse a la revista, envía poemas a cambio de la suscripción. Hará lo mismo con cuantas revistas espiritistas conozca. Pedirá que la presenten a la Sociedad Espiritista Española y comenzará a frecuentar sus reuniones. Tanto es así que el 5º aniversario de la muerte de Allan Kardec (31-03-1874) habla por primera vez en público y lee un poema titulado “En memoria de A. Kardec”. A partir de ese momento él cuenta siempre con ella. Su jornada de trabajo es interminable. Cose en el taller de costura de una señora francesa y allí, entre telas,Con hilos y agujas compone los poemas que debe guardar en su memoria o que la sobrina del dueño escribe en papel al dictado. Suele levantarse a las cuatro y escribir hasta las seis para ir a trabajar. Cuando vuelve se pone a escribir de nuevo hasta las once o las doce. No debe extrañarnos, pues, que sus ojos empiecen a resentirse de nuevo. Se enfrenta a un dilema. Por un lado, los directores de las revistas en las que colabora insisten en la necesidad de que siga escribiendo, ya que sus artículos son muy comentados y valorados al estar escritos en un lenguaje llano y accesible que todo el mundo entiende. Por otro lado, siente la necesidad de ganarse la vida y no ser una carga para los demás ni para el Espiritismo. Debe seguir cosiendo porque es la única manera de mantenerse. Siguiendo con sus problemas de vista, los oculistas le recomiendan baños de mar. Como es conocida en toda España, una familia espiritista de Alicante le envía el dinero para realizar el viaje y la invita a su casa. Su jornada comienza a las cuatro de la mañana, momento en el que se da un baño, y el resto del día lo dedica a escribir. Visita a los espiritistas de Jijona y allí enferma con fiebre. Así, un viaje que pensaba que duraría un mes se convierte en una estancia de cuatro meses tras los que se recupera y regresa a Madrid.

Amalia en Barcelona

EspañolSu llegada a Barcelona supuso para Amalia la oportunidad de dedicarse de lleno al Espiritismo. Superando grandes dificultades, hizo brillar la luz de la verdad, llevando el conocimiento y la caridad allí donde más se necesitaba. Descubriendo los últimos años de su vida, concluimos esta entrega de cuatro artículos, dedicados a nuestra siempre querida Amalia. Conocemos su regreso a Madrid tras recuperarse de una fiebre. Vuelve al taller de costura de la señora francesa y vuelve a vivir con su hermana-amiga-casera, a la que antes había alquilado una habitación con escritorio donde podía escribir y preparar sus artículos y colaboraciones con revistas. Ahora la situación doméstica ha cambiado: su antigua habitación está ocupada. Como no quiere separarse de su hermana, deciden compartir la habitación e incluso la cama. Ella no tiene dónde escribir y lo hace en la mesa de la cocina, sin intimidad, con continuas interrupciones y siendo continuamente acosada por los Espíritus que la empujan incesantemente a escribir. Le resulta muy difícil compaginar su trabajo de costurera con sus colaboraciones en revistas. En mayo de 1876 recibe la visita de dos espiritistas catalanes con la propuesta de Luis Llach, entonces presidente de La Buena Nueva de Gracia, de que se traslade a Barcelona y se dedique por entero a escribir. En principio rechaza la oferta porque quiere vivir de su propio trabajo pero los argumentos que esgrime son contundentes ya que en Barcelona encontrará trabajo y mejor sueldo, con lo que tendrá más tiempo para dedicarse a escribir. Esto la convence, así como la posibilidad de que la casera de su hermana junto con su familia también se trasladen a Gracia. Al llegar a Barcelona, ​​Amalia y Luis Llach mantienen una entrevista en la que ambos le explican sus intenciones. Amalia la de ser independiente, buscar trabajo y escribir, y Llach la de la falta de escritores y divulgadores del espiritismo y el exceso de modistas y costureras; además, una cosa es lo que desea Amalia y otra muy distinta lo que sus malogrados ojos le permiten hacer. En poco tiempo dejará de ver y por eso le prepara una habitación en su casa, con su familia, con la única obligación de que dedica todo su tiempo a escribir. Pronto se cumplen las predicciones de L. Llach y Amalia acepta la hospitalidad de toda la familia. Se topa con los mismos problemas que afronta cualquier emigrante: el abandono de sus seres queridos, el desconocimiento del idioma, agravado por su problema de visión y por la adaptación natural a la dinámica de una familia que no conoce. Todos tienen trabajo, todos saben lo que tienen que hacer, Luis y su hijo salen a trabajar, su hija va al colegio y su mujer se ocupa de la casa. Verla le hace sentirse torpe y piensa que es más una molestia que una ayuda. Su única salida son sus artículos y se pone a trabajar en ellos frenéticamente.

Consolidando su rol como editora

Es mucha la correspondencia que recibe y a la que responde personalmente. Los espiritistas, conscientes de su penuria, la ayudan regalándole sellos, papel, sobres, tinta, un bloc de notas, etc. Todo se suaviza. A finales de agosto de 1877 se publica en El Diario de Barcelona un artículo en el que se dicen barbaridades sobre el Espiritismo. L.Llach la anima a contestar en los términos que considere oportunos. Poco después se consagra como defensora del Espiritismo gracias a la polémica mantenida con D. Vicente de Manterola. No será ésta la única polémica que mantenga; la volverá a repetir, unos años después, con un escolapio, el padre Sallarés, y con un jesuita, el padre Fita, y que quedará recogida en un libro titulado Impresiones y comentarios sobre los sermones de un escolapio y un jesuita. Coincidiendo con la polémica con D. Vicente de Manterola, L. Llach y el editor espiritista Juan Torrents propusieron la creación de un semanario espiritista dirigido por ella, para mujeres y en el que sólo escribieran mujeres. Será La Luz del Porvenir y en él escribirán Cándida Sanz, Matilde Fernández, Encarnación del Riego, etc. La lista sería interminable. Sus colaboradores le envían artículos desde todos los países de habla hispana y mantiene con ellos una relación de amorosa amistad. Algunas cartas que quedan de esta correspondencia son un buen reflejo. Con ello se convierte en una defensora pionera de los derechos de las mujeres, reivindicando para nosotras el derecho a la educación, el libre ejercicio de todas las profesiones, la igualdad de derechos y salarios, la independencia, la dignidad. Algunos de estos derechos todavía se siguen reivindicando. Con respecto a la educación, defendió la necesidad de cambiar el sistema educativo femenino, porque hasta entonces la educación de las mujeres era muy superficial, pensada para desenvolverse en un ámbito doméstico y no pensada para poder desenvolverse en un ámbito profesional. El primer número de La Luz del Porvenir es suspendido por vía judicial durante 42 semanas. No tiene miedo y saca El Eco de la Verdad, con las mismas características y los mismos colaboradores. Seguirá publicándose hasta que una amnistía haga posible de nuevo la publicación de La Luz del Porvenir. Este semanario se publicará hasta 1900, año en el que Amalia decide dejar de publicarlo debido a los graves problemas económicos que atraviesa la revista. La labor de Amalia no acaba con la publicación del semanario sino que se potencia con acciones en otros campos, atendiendo las necesidades de los más desfavorecidos, recogiendo ayudas para los afectados por las inundaciones en Murcia, visitando a los presos en las cárceles de Barcelona, ​​visitando hospitales para dar consuelo con su presencia y sus palabras a cuantas personas lo necesiten. Ella, junto a otros espiritistas (Luis Vives y Vives), funda la Sociedad de Entierros Civiles dada la dificultad que encuentran los laicos y los no católicos para enterrar a sus familiares de forma digna y económica.

Un ejemplo de amor y fe en el futuro.

En medio de toda esta vorágine Amalia se siente triste, infeliz y profundamente melancólica. Se lo cuenta a sus amigas y una de ellas, Eudaldo Pagés, médium inconsciente, entra en trance y le da la primera comunicación en nombre del Padre Germán. A partir de ese momento, sin día concreto ni hora fija, la ayudará con sus escritos más importantes y con las explicaciones necesarias para hacerle más fácil la tarea. Se inicia una colaboración entre Amalia-Eudaldo-Padre Germán que dará origen a muchos buenos escritos, no sólo a la novela homónima, sino que también la ayudará a ilustrar casos prácticos, historias de vidas comunes recogidas a través de recortes de prensa que le envían desde toda Latinoamérica y España y que se explican a través de la Ley de Causa y Efecto. Aún hoy nos mueven a reflexionar y aprender. Su labor es tan grande que la revista “El Buen Sentido” de Lérida promueve una suscripción popular que ayuda a Amalia a cubrir sus gastos en forma de pensión perpetua. Esta pensión durará desde julio de 1881 hasta diciembre de 1884. Las personas que participan mediante donativos en esta pensión son los lectores de las revistas, espiritistas, que tampoco disponen de muchos ingresos. Al principio los donativos son numerosos, luego a medida que pasan los días van disminuyendo. Una vez terminada esta pensión, seguirá viviendo con la ayuda de Luis Llach, que la considera un miembro más de su familia y que no la abandonará hasta su muerte. Participó como vicepresidenta en el Congreso Espírita Mundial que se celebró en Barcelona. Estamos en 1888. Amalia se hace mayor. Su entorno cambia. Las personas que la han ayudado han envejecido con ella o han fallecido. Es el caso de la esposa de Luis Llach que desencarna y hace que éste se vuelva a casar con una mujer que no comparte su ideal. Más tarde será el propio Luis quien desencarne y haga que su situación económica se tambalee hasta extremos insospechados. Tanto que se ve obligada a vender sus libros para intentar sobrellevar la situación. Eduardo también envejece y enferma. Se traslada al centro de La Buena Nueva a vivir con Amalia para estar siempre a su disposición. También muere. Sí, es cierto que el mundo espiritual ha dispuesto otra médium, María, para que la ayude en su trabajo, pero Amalia desconfía de ella a pesar de las seguridades que le da el padre Germán sobre esta segunda médium. Así que al final de sus días, vieja y enferma, se encuentra sola, económica y emocionalmente, por supuesto está rodeada de mujeres que la quieren y cuidan, pero los dos hombres que más la han ayudado en su trabajo han desaparecido de su entorno. Amalia está enferma, no sale de casa. Todas las mujeres se turnan para cuidarla, no la abandonan, no la dejan sola ni un segundo. A pesar de nuestros cuidados, nos dejó el 29 de abril de 1909 a causa de una bronconeumonía. Desde ese momento hasta hoy no ha habido una mujer, compatriota nuestra, que nos haya acompañado.que ha sabido demostrar tan grande dedicación a la difusión de nuestra doctrina, tan gran valentía, con un lenguaje claro y comprensible para todos los lectores y con tan grande impacto internacional.

Publicaciones

Referencias

  1. ^ "Amalia Domingo Soler". Grupo Espírita de Nueva York. Noviembre de 2003. Archivado desde el original el 15 de marzo de 2016. Consultado el 28 de febrero de 2015 .
  2. ^ Arkinstall, Christine (2014). Escritoras españolas y la prensa librepensadora, 1879-1926. University of Toronto Press. pp. 4, 24. ISBN 978-1-4426-4765-7.
  3. ^ "Luz y unión" (en español). Hemeroteca Digital . Consultado el 7 de mayo de 2022 .

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