Una modesta proposición

Después de discutir el problema, sugiere una solución nueva: los padres deben vender sus hijos a los terratenientes ricos para que se los coman.Reconociendo la alteridad implícita en todo discurso, el sujeto del enunciado se va a reflejar en “los ecos del cambio de los sujetos discursivos y de sus interrelaciones dialógicas se perciben en estos casos con claridad” (Bajtín, 1982: 283).La parodización de una supuesta propuesta elevada por técnicos burócratas en los parlamentos modernos, funcionales al pragmatismo de los gobiernos, también se presenta con la selección léxica, coherentes con el lenguaje culto usado para un auditorio entendido, en palabras como “esquema”, “calculo”, “proposición”, “plan”, y fraseológica como en “habiendo volcado mis pensamientos durante muchos años sobre este importante asunto”.La sátira, género literario rico en sarcasmos, pretende mostrar y ridiculizar los defectos de una sociedad, centrándose en un tema en particular.Mediante el ethos discursivo del locutor que satiriza rompe con los valores morales generales que representan a los terratenientes ingleses, se exponen las contradicciones de un sistema social orquestado por sus intereses.El texto comienza presentando un tema serio como la miseria de los mendigos que habitan las calles, pero pronto se empieza a barajar la posibilidad del comercio infantil, aunque se descarta por sus desventajas, a la manera del recorte sobre el objeto de estudio, aunque soslayando las influencias ideológicas de clase, justificado por su visión moderna y cientificista del mundo hasta deshumanizar a los pobres.“Me ha asegurado un joven americano muy entendido que conozco en Londres, que un tierno niño saludable y bien criado constituye, al año de edad, el alimento más delicioso, nutritivo y sano, ya sea estofado, asado, al horno o hervido; y yo no dudo que servirá igualmente en un fricasé o en un guisado”.Desde este punto no hay vuelta atrás en la relación política entre el enunciado y su auditorio.Así, la parodia asume a la desigualdad social como parte de las diferencias naturales entre la miseria y la opulencia.En “Me ha asegurado un joven americano muy entendido que conozco en Londres” la parodia expone una imagen fictiva del sujeto del enunciado, cuya bufonada lo eximiría de rendir cuentas por lo que dirá en seguida.El sujeto de la enunciación habla por sí mismo encubiertamente, ajustándose al código del sarcasmo.En el caso de “Una modesta propuesta”, por un lado, se dirige a un destinatario directo, pero ficticio y en broma, el supuesto auditorio de un parlamento al que se le presenta el proyecto; por otro lado, un segundo destinatario es indirecto y real, pero tácito y al que se dirige seriamente sin explicitarlo, pero que su identidad aparece por factores contextuales, es decir, la clase terrateniente que oprime al campesinado.Lo que la parodia plantea es el abismo entre aborrecer el canibalismo infantil (valor ideológico, propio de su visión del mundo) y, al mismo tiempo, cargar con los niveles la explotación material y moral con que someten al campesinado (valor económico, referido a la acumulación del capital).
Imagen de la portada de "Una modesta proposición" de Jonathan Swift.