« El país de los buenos » es un relato de ciencia ficción del escritor estadounidense Damon Knight . Se publicó por primera vez en la edición de febrero de 1956 de The Magazine of Fantasy and Science Fiction y se reimprimió varias veces, entre ellas en In Deep (1963), The Science Fiction Hall of Fame (vol. 1) (1976) y The Golden Age of Science Fiction (1981). [1]
La historia se desarrolla en un mundo futuro en el que la violencia y el crimen han sido casi totalmente erradicados. El personaje principal es un hombre capaz de tener un comportamiento antisocial y que se considera “el rey del mundo”. Se le permite hacer lo que quiera, tomar lo que quiera e ir a donde quiera sin represalias, siempre y cuando no ejerza violencia contra otro ser humano. La sociedad “humanitaria y permisiva” en la que vive ha adoptado una triple solución para alguien que, según sus estándares, está loco. La primera es la excomunión: nadie debe interactuar con él o siquiera reconocer su existencia, salvo por la aparente directiva mundial que lo identifica y exige este castigo. En segundo lugar, sufre un ataque epiléptico cada vez que intenta cometer violencia contra otro ser humano. En tercer lugar, su cuerpo y sus desechos emiten un olor altamente ofensivo, indetectable para él, para identificarlo, advertir a los demás de su presencia y ahuyentarlos.
La historia termina con una súplica desesperada del protagonista para que alguien, quien sea, se una a él en su rebelión contra lo que él percibe como una sociedad totalmente pasiva, que ha perdido cualquier chispa de creatividad o voluntad de alcanzar la grandeza.
La historia vincula la violencia con la expresión artística. El protagonista "inventa" el dibujo y la escultura, y sólo después se da cuenta, a través de viejos libros, de que estas cosas habían existido en el pasado, y señala que todos los grandes artistas habían vivido en épocas especialmente violentas.
En 2004, Strange Horizons describió la historia como "bastante interesante", pero "pálida". [2] James Nicoll la llama "un ejemplo bastante representativo del hombre alienado", pero elogia la historia por evitar el elitismo al estilo de " Los fanáticos son eslavos ".
En 2001, John Derbyshire escribió una columna para National Review , en la que analizaba el concepto de normalidad en el contexto del cambio demográfico y citaba "Country of the Kind" como un ejemplo del valor de la anormalidad (mientras tergiversaba al protagonista como si tuviera licencia oficial para entrar en casas y vandalizar sus contenidos). [3]